miércoles, 30 de septiembre de 2009

Declaración de la APDH (28-09-09)

La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos ratifica su posición a favor del tratamiento y sanción de una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual.

La APDH hace un llamado a los integrantes del Senado de la Nación a tener una alta visión de la importancia de la nueva ley para el bien de todo el país.

El llamado se dirige a todos y cada uno de los Senadores y Senadoras pidiendo que sean dejado de lado intereses privados a fin de buscar una verdadera democratización del uso de los medios audiovisuales que permita una mayor diversidad de voces y opiniones comunitarias por sobre intereses de poderosas empresas que han hecho de las noticias un cerrado monopolio.

La ley que rige actualmente, y que ha favorecido a dichos monopolios, debe ser derogada.

La oportunidad que posee el Senado de la Nación es histórica, por ello reclamamos una toma de conciencia de la gran importancia de una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual que abra micrófonos y televisoras a nuevas voces que reclaman su lugar.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 28 de
septiembre de 2009.


Mesa Directiva
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
4372-8594/ 4373-0397/ 4814-3714
apdh@apdh-argentina.org.ar
www.apdh-argentina.org.ar

lunes, 21 de septiembre de 2009

Sobre la supuesta "chavización" en torno a la Ley de Medios

Nota escrita por José Natanson, publicada en Página/12 el 20-09-09. Sobre el demonizado concepto de "chavización" y su falaz aplicación a la Ley de Medios.

Yo chavizo tú chavizas él chaviza.
Por José Natanson

De la decena de procesos de cambio político que se viven hoy en América latina, el de la Venezuela de Chávez probablemente sea el más comentado y el menos comprendido de todos. En Argentina, la apelación a Chávez es un recurso fácil de quienes creen ver paralelos con una revolución que no existe y una apelación constante de los que se asustan con una dictadura que no es tal. La discusión por la ley de medios reaviva los temores o las esperanzas de chavizar esto o aquello, en el contexto de un debate que, al menos en sus versiones televisivas, rara vez supera la altura de los subsuelos. ¿Se tropicaliza Buenos Aires? Una mirada rápida a la patria de Bolívar revela que los paralelismos son exagerados, aunque menos por la voluntad de sus líderes que por las enormes diferencias entre los países. Veamos.

A la manera de Chávez

Como con el resto de los poderes establecidos (militares, Iglesia, empresarios y –crucial diferencia con los Kirchner– sindicatos), la relación de Chávez con los medios de comunicación es mala. Tras una breve luna de miel al inicio de su primer mandato, el vínculo comenzó a deteriorarse progresivamente, a fuerza de ataques cruzados, hasta romperse del todo en abril del 2002, cuando la mayoría de los medios apoyó el golpe de Estado y luego trasmitió dibujos animados y películas para disimular la reacción de los militantes oficialistas.

Chávez respondió. En mayo de 2007, fortalecido tras arrasar en la campaña por su reelección, decidió no renovar la licencia de Radio Caracas Televisión (TCTV), el canal más antiguo del país, con el argumento de que había apoyado el punch del 2002.

En un sentido estricto, no sería correcto hablar de censura, pues la licencia estaba vencida y el Estado tenía la posibilidad de no renovarla. Por otra parte, el canal siguió transmitiendo por cable. El trámite, sin embargo, fue claramente irregular. Desde el punto de vista jurídico, si había una responsabilidad debía recaer sobre personas naturales –los dueños del canal– y no sobre la empresa. Desde el punto de vista político, la intencionalidad está clara: el resto de los canales –entre ellos Venevisión, de la poderosa familia Cisneros– también habían acompañado la intentona golpista, pese a lo cual el gobierno les permitió seguir operando, básicamente porque, finalmente convencidos de que había Chávez para rato, decidieron suavizar su línea editorial. El hecho de que Chávez haya formulado el anuncio de RCTV en un establecimiento militar y vestido de uniforme no ayudó a tranquilizar los ánimos. La OEA protestó y el presidente respondió tildando de “insulso” a su titular, José Miguel Insulza.

Más tarde, el gobierno anunció un plan para revisar el espectro radioeléctrico que derivó en el cierre de 32 radios primero y otras 29 después. Hay una densa discusión técnica detrás de estas medidas, y es imposible determinar en qué casos le asiste la razón y en cuáles no.

En todo caso, la medida se suma a los siete procedimientos administrativos iniciados contra el canal de noticias Globovisión. Los motivos son variados: durante una entrevista con el director de RCTV, Globovisión difundió imágenes del atentado contra el papa Juan Pablo II con la canción de Rubén Blades “Eso no termina aquí” de fondo. El gobierno acusó a la emisora de incitar subliminalmente al magnicidio. En otra oportunidad, el gobierno denunció al canal por poner al aire un mensaje de texto de un televidente convocando a un golpe de Estado. Estos casos, en los que el canal se ubicaba al filo de la legalidad, se mezclan con otros, más confusos: el 28 de mayo de 2007 Globovisión fue denunciado por mostrar en una misma pantalla a Hugo Chávez y a un líder de Al Qaida con la supuesta intención de asociar al presidente con el terrorismo. En las últimas elecciones, el canal recibió otra denuncia por transmitir la reacción de un candidato a la gobernación de Carabobo que instó a tomar las oficinas del Consejo Nacional Electoral disconforme con el resultado.

Estos procedimientos sancionatorios se encuadran en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (conocida como Ley Resorte). Aprobada en diciembre de 2004, la norma establece algunas regulaciones muy razonables en cuanto a horarios de protección al menor, y abre espacios para la creación de medios comunitarios, pero también prevé sanciones, que pueden llegar a la suspensión por 72 horas continuas de la señal, para “aquellos medios que difundan mensajes que promuevan o hagan apología o inciten a la guerra o a la alteración del orden público”.

La relación de Chávez con los medios no se limita a las saciones contra algunos canales. Un capítulo especialmente enojoso, aunque perfectamente legal, en la abundante utilización de la cadena por parte del presidente (por ahora la obligación de engacharse pesa sólo sobre la TV abierta, pero el gobierno ha dicho que la extenderá también al cable). Entre 1999 y 2007 hubo –según el monitoreo de la empresa AGV– 1513 cadenas presidenciales, que trasmitieron 890 horas (es decir 31 días y dos horas). Entre otras cosas, Chávez trasmitió por cadena el festejo de su 50º cumpleaños, un minirrecital con una banda de Valencia y la imagen de sí mismo manejando una perforadora en un túnel de ferrocarril ¡durante una hora y media! (“¿Quién es exactamente la persona que nos gobierna? ¿Un niño grande?” se preguntó esa tarde el diario Tal Cual en su editorial).

Esto se suma a la creación, también legal pero muy costosa, de nuevos canales –Vive, Asamblea Nacional TV, Avila TV, Telesur–, que se añaden a los ya existentes, como Venezolana de Televisión, y a Televisora Venezolana Social (en la antigua señal de RCTV). Si a ello se agrega el filooficialismo de Venevisión y Televen, el panorama televisivo es bastante homogéneo. En la prensa gráfica, en cambio, hay una mayor diversidad, pues los medios más cercanos a Chávez, como Ultimas Noticias, conviven con los tradicionales El Universal y El Nacional, más cercanos a la oposición, y con nuevos diarios, como el Tal Cual de Teodoro Petkoff.

Lejos de Caracas

Como todo en democracia, la libertad de prensa no es un absoluto, sino un derecho supeditado a otras normas y necesariamente compatible con otros derechos. En Venezuela sobrevive en su sentido más básico: basta con recorrer unos días los medios antichavistas para reparar en un tono que llamaría la atención hasta en el crispado ambiente argentino. Venezuela no es Cuba. Sin embargo, sería tonto no reconocer los esfuerzos del gobierno chavista por ampliar, mediante métodos legales y no tanto, su influencia mediática, aunque no como resultado de un plan maquiavélicamente orquestado sino más bien mediante una serie de medidas improvisadas de acuerdo con las necesidades del momento y los humores del caudillo.

Las diferencias con la Argentina son claras, por los límites que se han cruzado en Venezuela (Kirchner no sólo no rescindió licencias de los canales sino que las prolongó) y por el contenido del proyecto de servicios audiovisuales aprobado el miércoles pasado en Diputados. En Venezuela, a diferencia de lo que podría suceder en Argentina si el Senado aprueba la ley, la estrategia es un paso a paso confuso, más o menos como sucedía aquí hasta que el gobierno decidió impulsar la nueva regulación: en efecto, no se ha implementado en Venezuela una ley que reorganice de manera general el panorama mediático en base a nuevas directrices, que muchos podrán discutir, pero que no son una serie de ocurrencias sino un proyecto global y articulado de acuerdo con ciertos objetivos explícitos.

Entre los aspectos positivos del proyecto de ley de medios, cabe mencionar su espíritu antimonopólico y la posibilidad de que se abran nuevas opciones para multiplicar las voces. Por supuesto, habrá que esperar para ver si los objetivos de diversificar la oferta mediática se cumplen en la práctica: contra lo que suele creerse, las leyes no son una fórmula que encierra un pronóstico matemático del futuro, sino una regulación, en general amplia, cuyo resultado final depende de las decisiones de los actores, las políticas públicas, el humor social, los fallos de la justicia, la coyuntura económica... Toda ley tiene siempre algo de caja de Pandora.

Por lo pronto, los dos puntos más cuestionados por la oposición fueron corregidos. El primero, la posibilidad de que se formen nuevas posiciones dominantes a partir del ingreso de las telefónicas, fue eliminado del proyecto final. El problema aquí es que la convergencia tecnológica, según estiman los especialistas, es inevitable, y en algún momento será necesario regularla. En una interesante nota publicada el martes en La Nación, el consultor Enrique Carrier explica la necesidad de fomentar la competencia entre proveedores –telefónicas y cableoperadores– del mismo modo que se hizo con la banda ancha, cuyo crecimiento fue exponencial, y evitar el riesgo de posiciones dominantes mediante una distinción entre transportadores de señal y proveedores de contenidos. “Habrá que evitar que la red tenga discrecionalidad total para determinar los contenidos que transporte y, sobre todo, los que no transporte”, escribió Carrier.

El segundo punto cuestionado es el de la autoridad de aplicación. Es discutible quién debe retener el control. Por cuestiones operativas, no es ilógico pensar que debe recaer sobre el Ejecutivo. Pero lo central es establecer reglas que limiten la discrecionalidad y transparenten las decisiones en lo referente a la autorización de licencias, la programación de los medios oficiales y la publicidad del Estado. Hasta el momento, la política kirchnerista fue muy opaca en estos puntos, que conviene no soslayar: aunque se ha creado un consenso bastante amplio en el universo progresista alrededor de la gestión de Tristán Bauer, cabe preguntarse qué sucedería si, digamos, Mauricio Macri llega al gobierno y designa a, digamos, Pancho Dotto como director de Canal 7: seguramente a muchos les parecerá sensato que exista un consejo asesor, técnicamente competente y políticamente diverso, que matice los desfiles de modelos con algún que otro programa cultural. La institucionalización de las decisiones y la construcción de capacidades profesionales de gestión, dos modalidades a las que el Gobierno no es muy adepto, son menos una necesidad del presente que una apuesta al futuro.

Desdramatizar

El panorama mediático argentino es amplio, muy vivaz y muy complejo (algo lógico en un país de amplias clases medias, con raíces de inmigrantes que traían sus puntos de vista y luchaban por expresarlos), aunque también muy concentrado. Tiene razón Mario Wainfeld cuando dice que en sociedades democráticas y complejas ninguna ley, ninguna decisión y ninguna política, por más importante que sea, es totalmente definitoria. No se trata, por lo tanto, de disolver un monopolio que no existe –mono = uno–, ni de frenar una ofensiva oficial censuradora que sería imposible de aplicar incluso en el caso de ésa fuera la intención del Gobierno, sino de establecer una nueva regulación con un papel más preponderante del Estado, definir los límites de la autoridad pública y fijar las nuevas condiciones de la prosperidad empresarial.

Declaración de la APDH ante la discusión sobre una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual

Haciendo click en el link que está abajo, pueden leer la declaración de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) en favor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Ante la sistemática homologación apoyo a la Ley = apoyo al kirchnerismo efectuada por los medios, cabe destacar que, como organismo de Derechos Humanos, la APDH no es "oficialista", sino que esgrime posiciones críticas frente a las acciones de este y de cualquier gobierno - como organismo de DDHH una de sus funciones es justamente la de observar el (no) cumplimiento de los DDHH por parte del Estado para con su población, y denunciar cuando éste no se realiza.
Al igual que numerosos organismos, agrupaciones, universidades, etc., esta es una muestra más de respaldo al proyecto de Ley (que cuenta ya con media sanción en Diputados). Muestras de apoyo sistemáticamente ocultadas o menoscabadas por los medios masivos y, consecuentemente, ignoradas o menoscabadas por la opinión pública supuestamente "bien informada".

Opinión de Alba Lanzilloto - Capítulo Argentino de la PIDHDD

Opinión de Alba Lanzilloto (ex integrante de Abuelas de Plaza de Mayo) y el Capítulo Argentino de la Plataforma Iberoamericana de Derechos Humanos, Desarrollo y Democracia, sobre el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.


El gran debate político-periodístico de estos días es el proyecto de Ley de Medios Audiovisuales que el ejecutivo envió al congreso.
Se dividió el país. Unos a favor y los otros en contra. Hay que hacer una diferencia, los del primer grupo no siempre estamos de acuerdo con cuanto hace el gobierno, pero sí cuando es bueno para el pueblo. Los del segundo grupo son los que popularmente podrían llamarse "contreras"·, siempre en contra, sin saber a veces de qué, por lo menos algunos de ellos.
Nos sorprende la actual postura de los que antes sostenían otra cosa y de los que tienen la esperanza, aunque sea remota, de ser algún día gobierno.
¿Será, en realidad que estos, a pesar de sus reiteradas manifestaciones en favor de la democracias, prefieren una ley dictada por un "gobierno" usurpador, hecha por los dictadores sin consultar a nadie?¿Que desdeñan la otra que nació del acuerdo en 21 puntos por parte de periodistas, representantes de universidades, gremios, radios comunitarias, y personas convencidas de que la libertad de expresión y la de información son derechos inalienables del pueblo?
Desde el Capítulo Argentino de la PIDHDD exhortamos a defender el proyecto ahora en el Senado de la nación. Seguramente es perfectible y nuevas miradas, pero limpias, responsables, sin intereses particulares, pueden agregarle y corregirle lo que sea necesario para su mayor efectividad siempre teniendo presente el derecho de las mayorías. Que no se retiren los señores senadores, si no consiguen objetivos que a veces no se atreven a confesar... Si tienen ideas,si están convencidos de que son buenas, que las manifiesten y las pongan a consideración de sus compañeros. Ese es el deber de los legisladores.
Hacemos un llamado a nuestros connacionales. La Patria va a cumplir pronto sus 200 años de vida, pero hay algunos políticos y ciudadanos de a pie que, al parecer en todo el tiempo de sus vidas no se han dado el derecho de crecer, de ser capaces de discernir, de ser coherentes con lo que antes sostenían, que parecen haberse endurecido en su rol de "contreras". Y no hablamos de quienes se oponen a este proyecto porque toca sus intereses. Ellos no cambiarán mientras sientan la amenaza de ver disminuidas sus ganancias.
Desde el Capítulo Argentino de la PIDHDD aplaudimos la actitud el Poder Ejecutivo que , sin sentirse menoscabado por ello, tomó la decisión de retirar un tema que tenía demasiadas objeciones y aplaudimos a los diputados, los de la oposición razonable que peleó con algunas brillantes exposiciones, sus contribuciones al mejoramiento del texto oficial, y a los diputados oficialistas porque abrieron sus oídos y su mente a las contribuciones correctas y bienintencionadas, algo que, si somos memoriosos sabemos que no es lo común. Hasta en ese punto esta nueva práctica, que debería ser la permanente, puede inaugurar un otro tiempo de intercambio de conceptos, de respeto, de discusión seria y fundamentada que, a la postre, devolverá a nuestro Congreso una jerarquía que hace tiempo parecía perdida, a pesar de aporte de honrosas excepciones. Este es el momento para sumar y si se han realizado numerosos foros en todo el país y audiencias públicas y una mayoría se pronunció, no deben desoirse esas voces tan valorables...
Por otra parte, estamos convencidos de que esta ley debe ser sancionada durante el presente período de sesiones. Lo contrario sería un fatal acto de autodescalificación por los señores legisladores quienes no deberían olvidar que fueron elegidos para "trabajar", vale decir, legislar hasta el último día de su actual mandato. Lo contrario sólo serviría para dar la razón a los que pretenden terminar con el gobierno antes de que se cumpla el plazo establecido por la Constitución de la Nación o sea a aquellos que ocultan sus actitudes y propósitos golpistas detrás de aparentes intenciones de defender la institucionalidad. Escuchemos esta aseveración que está en el Martín Fierro: "La ocasión es como el hierro, se ha de machacar caliente".

Alba Lanzillotto - Coordinadora del Capítulo Argentino de la Plataforma Iberoamericana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo


jueves, 17 de septiembre de 2009

Media sanción, media batalla cultural ganada

La Cámara de Diputados dio ayer la media sanción correspondiente a la Ley de Servicios de Comunicación Audiosivual, con 147 votos a favor, 3 votos en contra y 3 abstenciones.

Pueden ver las 16 horas filmadas del debate en la página web del Congreso Nacional. Una vez allí deben hacer click en: Honorable Cámara de Diputados - Sesiones - Sesiones grabadas - Sesión del 16 de septiembre de 2009.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

"Los dueños de la palabra" (Página/12, 16-09-09)

Miércoles, 16 de septiembre de 2009
Medios y comunicación

Los dueños de la palabra

Guillermo Mastrini y Martín Becerra adelantan los contenidos de su libro Los dueños de la palabra, que se presenta esta semana.

Por Martín Becerra * y Guillermo Mastrini **

Una de las preguntas recurrentes en los debates públicos sobre la concentración de medios es: ¿qué tan concentrada está la comunicación que circula, industrialmente, en nuestra sociedad? ¿Es novedoso el grado de concentración de los medios? Desde hace años, nuestro trabajo de investigación procura responder estos interrogantes, con datos empíricos. Por ello, hemos publicado el libro Los dueños de la palabra: acceso, estructura y concentración de los medios en la América latina del siglo XXI (Prometeo).

La convergencia tecnológica, de servicios y mercados, y la dinámica de actuación supraestatal de buena parte de los actores corporativos agregan una gran complejidad al funcionamiento de los medios de comunicación y revelan la limitación de las regulaciones que intentan artificialmente establecer diques legales a un proceso tecnológicamente irreversible que interpela, entonces, la capacidad y creatividad de orientación de las políticas.

Si la concentración de cualquier actividad en pocas manos reduce la diversidad, erosiona la innovación y empobrece la dinámica de ese sector, en los medios de comunicación se afecta, además, un derecho fundamental. Los medios son los que vertebran en buena medida las noticias y las concepciones que la población construye sobre su cotidiano. Sobre esta premisa, las constituciones modernas y los tratados de derechos humanos han alertado acerca de la necesidad de promover el pluralismo.

El libro Los dueños de la palabra procura identificar la estructura del sector de la cultura y la información industrializadas; relevar el acceso social a ese sector y cuantificar los procesos de concentración de los principales actores.

El trabajo refiere a los medios de comunicación (diarios, radio, televisión abierta y televisión por cable), a otras industrias culturales (editorial gráfica, fonografía y cinematografía), a las telecomunicaciones (telefonía básica y móvil) e Internet. Estos sectores, por su cualidad convergente, son aludidos como “infocomunicacionales”. El trabajo de investigación se localizó en la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y España.

En un libro previo, Periodistas y Magnates (2006), corroboramos los niveles de concentración en la región comparando país por país y presentando un marco de teorías y metodologías que avalaban el estudio. El método empleado –que continuamos en el nuevo libro– permite obtener indicadores de concentración de los cuatro principales actores en cada una de las industrias infocomunicacionales.

En la Argentina, tomando en cuenta la influencia de las cuatro primeras empresas en cada uno de los mercados, resulta que el promedio de concentración es muy elevado: representa el 84 por ciento por parte de los primeros cuatro operadores, en el caso de la facturación, y el 83 por ciento en el caso del dominio de mercado (siempre se trata de promedios). Los porcentajes demuestran la consolidación de una situación estructural: las industrias culturales y de telecomunicaciones argentinas se hallan fuertemente controladas por las primeras cuatro firmas. Esta situación se agrava al contemplar los grupos a los que esas firmas pertenecen: generalmente se trata de los mismos dueños que están ramificados en todas las hileras productivas en casi la totalidad de las industrias consideradas. Particularmente los casos de Clarín y Telefónica se destacan como grupos dominantes, si bien en algún caso existen grupos emergentes (como el de Vila-Manzano-De Narváez) que aspiran en el futuro a incrementar su participación en el mercado.

La tendencia entre los indicadores de concentración del año 2000 y los de 2004 confirma un aumento que profundiza la participación de menos actores en condiciones cada vez más dominantes: de un promedio del 78 por ciento para los primeros cuatro operadores por dominio de mercado en el año 2000 se pasa a un promedio de 83 por ciento en 2004. En el caso de la facturación, la tendencia exhibe un incremento todavía mayor: de una participación del 73 por ciento en promedio por parte de las cuatro primeras empresas en el año 2000 se pasó a un 84 por ciento en 2004.

Ambas tendencias merecen analizarse como parte de un proceso en el que las condiciones políticas y económicas (la historia de las medidas de los distintos gobiernos, el mayor poderío de los actores principales generalmente auxiliados económicamente por el Estado y el debilitamiento, gracias a su estrategia de funcionamiento en escala, de las empresas y actores más pequeños) favorecen la concentración de la propiedad en los mercados estudiados. Lejos de ser el resultado de un proceso “natural”, la concentración en la Argentina ha tenido causas políticas y económicas concretas de las que dan testimonio las últimas tres décadas. Más allá de las interpretaciones y posicionamientos variopintos, los índices de concentración reclaman una atenta mirada por parte de la sociedad, ya que están condicionando su potencial deliberativo.

* Investigador del Conicet, doctor en Comunicación por la Universidad de Barcelona, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y de la UBA. .

* * Docente de la UBA y de la Universidad Nacional de Quilmes. Imparte cursos de posgrado en las universidades nacionales de La Plata, Córdoba y Buenos Aires.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

Des-concierto mediático

Romper el cerco de los medios (por La Budinera)

Subo al blog una versión digitalizada del volante que el grupo La Budinera repartió durante la marcha del 27-08-09. Se trata de una buena reflexión y repaso de las razones que nos llevan a apoyar la iniciativa del Poder Ejecutivo.
Como no tengo escáner, le saqué fotos al volante y luego las arreglé con Photoshop para hacer más legible el texto; sabrán disculpar si la calidad no es la óptima.

Las imágenes se agrandan al hacer click sobre ellas.

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martes, 8 de septiembre de 2009

Neoliberalismo, medios de comunicación y democracia (por R. Forster)

El siguiente texto, escrito por el filósofo Ricardo Forster, fue publicado en el diario Página/12 del 08/09/09 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-131394-2009-09-08.html). Expone, fluida y claramente, la relación entre los medios masivos de comunicación y el neoliberalismo, y la importancia de aquellos para la difusión de éste. Marqué varias partes del texto, las que consideré más relevantes y que me hicieron postearlo aquí, en negrita.

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“El espectáculo se presenta como una enorme positividad indiscutible e inaccesible. No dice nada más que esto: ‘lo que aparece es bueno, lo bueno es lo que aparece’. La actitud que por principio exige es esa aceptación pasiva que ya ha obtenido de hecho gracias a su manera de aparecer sin réplica, gracias a su monopolio de las apariencias.”
Guy Debord


1 En el mismo momento histórico en el que caía el Muro de Berlín y se desplomaba como un castillo de naipes el sistema soviético, cuando casi atónitos contemplamos la apertura de una época que de un modo arrollador se deshacía de imágenes, lenguajes políticos, ideologías y prácticas que habían convulsionado y apasionado durante más de un siglo a hombres y mujeres de las geografías más diversas y distantes, lo que emergió como exponente de una nueva época del mundo fue la forma neoliberal del capitalismo tardío.

Las últimas décadas del siglo XX estuvieron atravesadas por la hegemonía de un discurso que se ufanaba de haber concluido, de una vez y para siempre, con las disputas ideológicas, al mismo tiempo que afirmaba la llegada de un tiempo articulado alrededor de la economía de mercado y de la democracia liberal. Fin de la historia y muerte de las ideologías para desplazarse, ahora, por los espacios rutilantes del consumo, el reino de las mercancías y el goce hedonista. Los escenarios, ya antiguos, de las conflictividades políticas y sociales serían pacientemente reconstruidos en los nuevos museos temáticos, sitios interactivos en los que el visitante de estos tiempos poshistóricos podría contemplar aquello que sucedía en los días ideologizados. La paz del mercado desplazó, eso se anunció a los cuatro vientos, las oscuras turbulencias de una historia dominada por el conflicto y la intransigencia de los incontables, de esas masas anónimas, oscuras y resentidas que regresarían a ese sitio del que nunca debieron haber salido. Las tradiciones del igualitarismo fueron a parar al vertedero de la historia. Hizo su aparición triunfal el nuevo ciudadano-consumidor, figura arquetípica de un clivaje hiperindividualista en el interior de la sociedad, ese que se desplazaría con fervor de iniciado por los santuarios de las metrópolis contemporáneas: los shopping centers.

Pero lo que también comenzó a ser desmontado, junto con el vertiginoso giro de la economía de producción a la economía de especulación, fue el imaginario social que acompañó el tiempo del capitalismo bienestarista, aquel que hizo, a partir de la segunda posguerra, del Estado un referente insustituible a la hora de articular las relaciones entre el capital y el trabajo (del New Deal rooseveltiano, pasando por nuestra experiencia de un Estado de Bienestar bajo el primer peronismo hasta llegar a la edad de oro del bienestarismo socialdemócrata europeo, ese modelo fue lo propio de un largo período de la historia del siglo XX que sería brutalmente desmontado por el neoliberalismo allí donde inició su derrumbe el modelo, ya fracasado desde tiempo antes, del socialismo autoritario de la URSS, dejándole al capital, de todos modos, las manos libres para convertirse en el amo de la nueva situación mundial). El pasaje de la metáfora fabril a la metáfora financiera (adiós a las chimeneas y a los sindicatos, bienvenidos los yuppies de Wall Street, las carteras de inversores, la flexibilización laboral y el trabajo basura) vino a expresar la bancarrota de prácticas que remitían a una época esclerosada; puso en evidencia que estábamos en presencia de una mutación fundamental del capitalismo, y que esa mutación no iba a detenerse hasta resemantizar la totalidad de los lenguajes sociales, económicos, políticos y culturales.

Dicho de otra manera: el neoliberalismo, su lógica más profunda y decisiva, se dirigía hacia una transformación revolucionaria del conjunto de la vida social. En esa tarea de desmontaje de las viejas formas de vida y de representación, seguida de la construcción de una nueva subjetividad entramada con las demandas de la economía global de mercado, ocuparían un lugar central y privilegiado los grandes medios de comunicación. Pensar el neoliberalismo es interrogar por ese maridaje extraordinario entre mercancía e imagen, entre mercado y lenguaje mediático; es tratar de comprender el fenomenal proceso de culturalización de la política y de estetización de todas las esferas de la vida. Una de las derivaciones de este proceso ha sido la expropiación de la política, y su consiguiente vaciamiento, por el lenguaje de los medios de comunicación.

2 Lo que el filósofo francés Guy Debord, con anticipación genial –allá por los años ’60–, había denominado la “sociedad del espectáculo”, aquella que se desplazaba hacia el dominio pleno y escenográfico de la pasión consumista y de sus “paraísos artificiales”, transformando a los seres humanos en espectadores cada vez más pasivos del verdadero sujeto de la época, la mercancía, constituyó lo propio de la travesía neoliberal. Se trató de una apropiación, por parte del capitalismo, de las fantasías y los deseos al mismo tiempo que se expandía planetariamente la industria del espectáculo, y la cultura, adecuada a los lenguajes audiovisuales y a su enorme capacidad de penetración, se convertía en una mercancía clave para la producción de una nueva humanidad. Lo que había prefigurado Hollywood desde los años ’30 y ’40, mostrándose como la avanzada brillante, innovadora y compleja de la americanización del mundo, señalando la importancia decisiva de la industria del espectáculo como vanguardia en la construcción de los nuevos imaginarios sociales, terminó siendo la materia prima a partir de la que el neoliberalismo logró naturalizar sus valores y sus intereses. Es inimaginable el despliegue planetario, global, del capitalismo financiero-especulativo, su capacidad para volverse hegemónico, sin ese rol decisivo de los medios de comunicación.

Por esas paradojas de la historia, los primeros que se dieron cuenta de la monumental importancia de las nuevas tecnologías de la comunicación y su relación directa con la política fueron los regímenes fascistas. Mussolini en Italia y Hitler y Goebbels en Alemania capturaron con maestría mefistofélica los poderes que emergían de la radiofonía. Con el giro de los acontecimientos, y una vez derrotado el totalitarismo, las triunfantes democracias occidentales se apropiarían con igual fervor de los potenciales propagandísticos y generadores de imaginarios social-culturales, que se guardan en los medios de comunicación de masas. La política quedó atrapada en esa lógica discursiva e iconográfica al mismo tiempo que la estetización y espectacularización emanados de los recursos propios de esos lenguajes contaminaban casi todas las esferas de la vida cotidiana. La astucia genial del sistema fue proyectar en la compleja trama a la que llamamos sociedad (transformada, por los mismos medios, en “opinión pública”) la imagen de que la corporación mediática era portadora de independencia, autonomía y capacidad crítica al mismo tiempo que garantizaba la libertad de expresión. Lo que se logró fue invisibilizar los lazos esenciales que vinculaban y vinculan a estas empresas con los intereses económicos dominantes. El neoliberalismo, como ideología del capitalismo tardío, comprendió que no era posible garantizar una profunda transformación económica si, al mismo tiempo, no se cambiaba la manera de mirar el mundo y de comprender la realidad. De lo que se trató es de la intensiva producción de un nuevo sentido común.

Más allá de la sobrevaloración, siempre discutible, que se pueda hacer del papel de las corporaciones mediáticas como definidoras de la opinión pública y como constructoras decisivas del sentido común, lo cierto es que ocupan un lugar destacadísimo en la estrategia de dominación del neoliberalismo. Son un factor sin el cual le sería muy difícil, a esa ideología, transformar sus intereses particulares en intereses del conjunto de la sociedad, mutando prácticas egoístas y exclusivamente ligadas al lucro y la rentabilidad en valores naturalizados en el interior de las conciencias. La proliferación de los lenguajes audiovisuales, su profundo arraigo en la intimidad de la vida cotidiana exigen, de la misma sociedad, una indispensable herramienta que le permita legislar adecuadamente impidiendo que la tendencia a la concentración y a la monopolización hagan del espectro comunicacional una incansable repetición del sentido común neoliberal. Entre la ideología y el mito, los lenguajes emanados de la corporación mediática apuntalaron el despliegue de nuevas formas de la subjetividad adheridas al reino de valores de un capitalismo que se leyó a sí mismo como la estación final y consumada de la historia.

De ahí, entonces, la crucial importancia que adquiere, en términos de una ampliación de la circulación democrática de la comunicación y la información, el debate que se está llevando a cabo en el Congreso de la Nación en torno del proyecto de una nueva ley de servicios audiovisuales. Lo medular de la disputa político-cultural se juega en estas discusiones, no porque una ley vaya a garantizar una espontánea transformación de los valores reinantes sino porque, al menos, logrará impedir que sigan proliferando los monopolios y abrirá el juego para que otros actores entren en la conversación. De eso se trata, entre otras cosas, la democracia. Dicho de otro modo: en una sociedad atravesada de lado a lado por los lenguajes de la comunicación y la información resulta inimaginable que ese campo abrumador y decisivo permanezca al margen de las grandes disputas político-culturales. En el interior de ese mundo en el mundo se despliegan imágenes, ideas, proyectos, lenguajes, formas de la sensibilidad, mitos que se entraman capilarmente en la cotidianidad de nuestras vidas. Leerlos desde la inocencia o creyendo que en su interior se privilegian centralmente los modos de la diversidad y la pluralidad constituye, a estas alturas de la travesía argentina y mundial, un desplazamiento del eje de la discusión hacia la más crasa complicidad con los factores de poder que se manifiestan en los núcleos duros y concentrados de los medios masivos de comunicación. La búsqueda, tal vez ilusoria pero imprescindible, de una mayor democratización en la distribución y producción de la comunicación es un desafío de primera magnitud a la hora de imaginar un giro más participativo y plural. El poder corporativo lo sabe y, por eso, va con todas sus armas contra un proyecto de servicios audiovisuales que viene a amenazar su hegemonía.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Pequeño diccionario Español-Clarín

Atentos a las dificultades que, especialmente en los últimos tiempos, supone afrontar la lectura o escucha de cualquiera de los medios correspondientes a las 274 licencias que posee el Grupo Clarín, les ofrecemos este práctico diccionario, ideal para imprimir y llevar en el bolsillo.

Acción social: Clientelismo.

Capitalismo: Democracia.

Condena verbal: 1. (realizada por la Presidente) Soberbia; "retórica cargada de violencia e intolerancia" (Joaquín Morales Solá). 2. (realizada por la oposición) "Afirmó/dijo/sostuvo X".

Corte (de calle, de ruta): v. Piquete.

Chávez: Dictador (v. Venezuela).

Cristina Fernández: 1. Cristina Kirchner. 2. Cristina Fernández de Kirchner.

Defensa encubierta de intereses corporativos: Periodismo independiente.

Elecciones: 1. (si las gana la oposición) Expresión legítima de la voluntad popular. 2. (si las gana el Gobierno) Fraude.

Intelectual: 1. (si está en contra del gobierno) Intelectual, eminencia. 2. (si apoya críticamente al gobierno) Intelectual K.

Jugada política: 1.(efectuada por la oposición) Jugada política, reglas del juego. 2. (efectuada por el Gobierno) Autoritarismo, oportunismo, violación de la democracia, inconstitucionalidad.

Kirchner: Chávez (v.) (definición aportada por el Dr. Joaquín Morales Solá).

Libertad de mercado: Libertad de expresión.

Lock-out patronal: Paro.

Mal: 1. Venezuela (v.). 2. Chávez (v.).

Manifestación: 1. (a favor del Gobierno) Caos en el tránsito. 2. (Protagonizada por personas pobres o agrupaciones sociales) Caos en el tránsito. 3. (En contra del Gobierno) Gesta Nacional.

Marcha: v. Manifestación.

Marcha de apoyo al Proyecto de Ley: 1. Marcha K. 2. "Un perfecto día chavista" (Joaquín Morales Solá). 3. ( - ) Espacio en blanco correspondiente a la no-cobertura.

Menem, Carlos Saúl: palabra sin equivalencia correspondiente debido a que no se registran apariciones significativas.

Nos mean: Llueve (definición aportada por Eduardo Galeano).

Nuestro,a: adj. De la clase media. "Nuestros hijos", "nuestros derechos", "nuestra seguridad".

Odio: Sentimiento del cual está lleno D'Elía, ese negro de mierda (definición extraída del Diccionario de la Real AcaMedia argentina).

Patria: Campo.

Periodistas de los grandes grupos: Periodistas.

Piquete: 1. (realizado por organizaciones sociales o personas en situación de pobreza) Acto criminal; violación del derecho de los vecinos (v.) a circular libremente. 2. (realizado por sectores medios y altos para defender sus privilegios) Acto virtuoso; ejercicio del derecho cívico de protestar contra la tiranía.

Pobreza: 1. Inseguridad. 2. Peligro (v. villa).

Presidente electo: 1. (en países capitalistas) Presidente. 2. (en países socialistas) Dictador (v. Capitalismo).

Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: Ley K de Control de Medios.

Proyecto debatido desde marzo de 2009 en 24 foros y 80 charlas abiertas a nivel nacional: “Falta debate”. “El oficialismo intenta sofocar el debate” (Clarín, 03-09-09).

Recambio parlamentario: Cambio de gobierno.

Reserva del 33% del espectro para personas jurídicas sin fines de lucro (asociaciones, mutuales, etc.): Órganos de propaganda (definición aportada por la Senadora M.E. Estenssoro).

Sobre: sust. Voz. "A dos voces" (definición aportada por Hebe de Bonafini).

Subjetividad: Objetividad.

Venezuela: País al que cada vez nos parecemos más (v. Chávez).

Villa: 1. Inseguridad. 2. Peligro (v. Pobreza).


Los invitamos a aportar otras definiciones.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Para descargar el Proyecto de Ley

Haciendo click AQUI, pueden descargar el Proyecto de Ley en pdf.

También pueden bajarlo desde la página del Comfer.

martes, 1 de septiembre de 2009

27-08-09: Así cubrió Clarín la manifestación

Así cubrió el diario Clarín la manifestación realizada el 27 de agosto en apoyo del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual:

El tránsito en el centro porteño fue un caos por dos manifestaciones

19:55|Un grupo marchó por 9 de Julio hacia Avenida de Mayo y luego a Plaza de Mayo. La otro protesta fue en Corrientes y Callao, lo que generó un gran congestionamiento.

Congestión de tránsito en las principales avenidas del centro porteño. (Imagen TV)

A un día de extremo calor se le sumó el problema del tránsito, que estuvo intensamente cargado durante toda la tarde. En los accesos a la Ciudad de Buenos Aires y en las principales avenidas porteñas la circulación de vehículos fue "lenta". Pero la gran congestión se concentró en la avenida 9 de Julio, donde miles de manifestantes se aglutinaron para protestar y se dirigieron hacia la Plaza de Mayo.


En la avenida Callao también se registró una intensa acumulación de vehículos debido a una manifestación de miles de personas que protestaron frente al Ministerio de Trabajo. Ambas avenidas ya se encuentran liberadas, con tránsito ligero y sin demoras.

Pasadas las 9.30, el tránsito en las principales avenidas y calles porteñas estaba muy cargado, con demoras en especial en las zonas del Obelisco y en las inmediaciones del Congreso Nacional y Plaza de Mayo.

Las demoras se extendían además en distintos tramos de las avenidas Leandro N. Alem, Córdoba, Santa Fe, Rivadavia, Entre Ríos y en ambas manos de la avenida 9 de Julio, puntualizaron los voceros.


Se refiere, claro está, a la marcha en apoyo del proyecto de Ley. La otra manifestación fue contra la administración macrista. Si bien esto no es nuevo, el tratamiento -mejor dicho, encubrimiento- que realiza Clarín de ciertos acontecimientos empieza a parecer una parodia de sí mismo. ¿Hace falta enumerar los motivos?
Sí. Siempre hace falta. Toda manifestación, acto de reclamo o movilización social es presentada por Clarín y sus aledaños como un "caos en el tránsito". Mientras se omite directamente mencionar el por qué de las manifestaciones, se enfatiza en cambio todo lo que contribuye a fomentar el malhumor constante y la queja narcisista tan bien aceitada entre los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires: el calor y las demoras en el tráfico. Los manifestantes se "aglutinaron" para protestar, como si en lugar de personas movilizadas por un motivo específico se tratase de líquidos o masas inertes.

Aprovecho la ocasión también para hacer una fe de erratas: en el post del 27 de agosto, cuando dije que los medios invisibilizaron la marcha de apoyo, estaba equivocado. Allí debe decir: TN dio la noticia, rotulando la manifestación, a la que asistimos organizaciones sociales diversas, partidos políticos, sindicatos y personas de a pie, sencillamente como "Marcha K".